No te vayas tan pronto
No te vayas tan pronto
En qué momento la piel se nos hizo oscura, cuándo fue el último día en
que nuestros ojos hablaron en silencio. No te vayas. Quédate. No te vayas tan
pronto que ya sé de tu partida. No me la menciones. Quédate y apriétame las
manitas como antes, como en los días en que yo iba contigo al mercado .
En qué momento nuestros pasos se pusieron tan pesados. Ya sé que no te irás
aunque un ave mítica te lleve a una copa de las montañas de tu pueblo. Te
quedarás en mi memoria. Estarás en lo que soy y lo que seré. Pero no te vayas
tan pronto. Antes quiero una de esas arepas de soja y trigo que aun haces en
las mañanas; esas mismas de las que yo tanto renegaba cuando mis pasos eran tan
decididos. También me gustaría un beso tibio en la mejilla, uno de esos besos
que se convierten en abrazo, ese de tus manos que me hace recordar cuando tu vientre era mi
casa. Ya sé que te irás, no me lo digas. Mejor cuéntame qué hiciste cuando
tenías mi edad. ¿También te enamoraste y te perdiste en la vaga idea del amor?
Sí, yo lo sé. Sé que somos seis hermanos que salimos casi como un racimo. Uno
tras otro como las horas. Ya lo sé. No me cuentes esa parte, esa es mi memoria.
Mejor dime cualquier cosa. Mejor pégame un regaño de esos que me dejaban
quietecito cuando estaba en la cocina con mis hermanos, respirando el olor de
las fritas y de la aguadepanela... Echa memoria, recuerdas que decías
"sálganse de aquí no demuestren tanto el hambre". Yo lo recuerdo. Era un regaño dulce porque si nos quedamos
allí las tortillas desaparecían. Era dulce porque todos teníamos hambre de
niños. No te vayas. Antes espera a que te escriba algo en tu memoria. Antes
déjame decir que te quiero con la mesura del mal hijo. Porque no me creo
bueno. Antes de que te oscurezcas enciéndeme una velita que ilumine lo que
me queda de vida. Elvia, mujer, madre yo soy tu hijo. No lo olvides así ya no estemos en casa como antes.
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