jueves, 31 de julio de 2014

Uno más, uno menos

                                       
The crying Boy. Bruno Amadio
Una lista gruesa de hombres tengo. Tú eres sólo uno. ¿Creías que te quería? Ya es hora de que  despiertes de esa modorra, porque ya ni tu sexo me complace. Lo tomo sólo porque a veces me recuerdas a los hambrientos y, con ellos, hay que ser caritativa.  Esa es mi religión.

Ahora ya lo sabes: No fue solo Fabio,  también fueron Jhon, Nelson, Javier, Carlos, Jonatan y otros de los que tuve caridad. No te los menciono a todos, pero ten claro que nombres hay de todas las letras. Además, no vale la pena gastar saliva contigo. Suficiente fue la que se me quedó esta noche en la cama, la misma que tú tomaste. No pienses que fue deseo. La verdad sé muy bien el lugar que piso. Yo camino libre y atiendo a mis enfermos, los curo y se van.

Contigo es diferente. Por tanto soñar estás condenado a morir enfermo y yo con enfermos terminales no me acuesto dos veces. Para ti, sí que es difícil que metas en tu cabezota que esa es mi naturaleza, así he sido siempre; incluso cuando te quise.

Ahora, querido, una lista de espera hay que atender. Vete y llévale esas palabras de poeta a alguna que se las coma, yo no creo en eso. Yo nunca te las creí. Siempre me parecías un niño que le pide a su madre, con palabras bonitas, alcanzar un juguete. Eso de la poesía es de niños, de mariposos y de mujeres sentimentales. Yo no creo en eso. Yo deseo muchas cosas y ni tú, ni tus palabras están en la lista. No tienes con qué. ¡No chilles, cobarde!,  al hombre que lo hace nada bueno le espera en un mundo de machos. ¡Vete!, ni siquiera yo que soy mujer me pondría a llorar. Uno más, uno menos, me da igual.

(Por Edison Quiroga Mateus)

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